PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM 5 Psicoterapia convencional: coste elevado, larga duración y ateísmo Más allá de las diferencias y especificidades, de las indicaciones más o menos válidas para casos individuales, todos estos enfoques tienen en común tres características negativas: coste elevado, larga duración y ateísmo. De hecho, mientras que las personas tienen un acceso más o menos gratuito (en Europa) a la atención médica a través de los distintos sistemas sanitarios nacionales (aunque las perversas tendencias neoliberales tienden a conformar el modelo europeo al norteamericano), la atención a la salud mental es la mayoría de las veces, privada y muy cara, y por lo tanto accesible a pocos, con el resultado de que a menudo el malestar, más fuerte en las capas populares debido al difícil contexto socioeconómico, está peor atendido allí donde debería estar más extendido. Hay famosos psicólogos italianos que cobran 180 euros por ni siquiera media hora de consulta. Evidentemente, el precio depende de la experiencia, los conocimientos, los muchos años de estudio, así como de la gran demanda de los servicios del profesional (una gran demanda y una oferta limitada generan inevitablemente precios elevados), pero esto no quita que una terapia de este tipo sólo sea accesible para unos pocos afortunados. Por tanto, la vocación de ayudar a las personas podría verse fácilmente eclipsada por intereses puramente económicos. Por lo general, la activación de los propios recursos internos para el cambio, la eliminación o la aceptación del trauma con el fin de lograr la estabilidad emocional, lleva mucho tiempo con las técnicas convencionales: el coste global de la terapia a largo plazo (coste de una sola sesión multiplicado por el número de sesiones) aumenta así de forma desproporcionada. A menudo oigo a pacientes quejarse de que han sido tratados por el psicólogo durante años con escasos resultados. Por el contrario, la psicoterapia debería ser breve y esencial: si el profesional no consigue surtir efecto en un número razonablemente limitado de sesiones, habría que cambiarlo porque probablemente no ha encontrado (y nunca encontrará) la clave correcta del problema. En cuanto al ateísmo, prácticamente se da por hecho que es improbable que un paciente se relacione con un psicólogo que proponga la fe católica, raíz de nuestra cultura occidental, como uno de los pilares de su enfoque terapéutico, y trabaje no sólo el origen del trauma, el autodescubrimiento, el autopotencial y la búsqueda del cambio (concepto clave en psicología), los patrones cognitivos y conductuales, sino también la parte espiritual, trascendente y eterna de la persona. Este ateísmo tiene varias causas, en primer lugar la pretensión de cientificidad perfecta y absoluta de la psicología, que de hecho es cualquier cosa menos una ciencia "exacta" como lo son las matemáticas o la física, por ejemplo. Y aunque lo fuera, ciencia y fe no son necesariamente incompatibles, porque para muchos científicos es precisamente la primera la que conduce a la existencia de Dios. Wilhelm Wundt, universalmente conocido como el padre de la psicología, introdujo el método experimental en esta disciplina en la segunda mitad del siglo XIX, allanando el camino para una comprensión científica de los procesos mentales. Pero aunque el uso del método experimental dota a la disciplina de una metodología rigurosa de investigación, que la distingue de la llamada "psicología ingenua", nunca le da el derecho ni la presunción de llamarse ciencia exacta.
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