Fides et Salus Mentis

PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM 2 La tortura psicológica a la que nos han sometido las 24 horas del día durante tres años los periódicos y la televisión ha desencadenado un pánico colectivo y fenómenos masivos de disonancia cognitiva total. Las restricciones impuestas al movimiento y a la socialización, a los deportes al aire libre y a la libertad (ambos fundamentales para la salud psíquica), el horrible (e inútil) encierro, el chantaje aún más horrible, inútil e inconstitucional de la vacunación para poder vivir y trabajar, la anulación de la libertad de pensamiento y la imposición de un pensamiento único al que conformarse, así como la explosión ya innegable de efectos adversos de las vacunas incluso graves, como cardiopatías, enfermedades neurológicas y oncológicas, no han hecho más que empeorar considerablemente una situación ya preocupante. Trastornos que estaban latentes han estallado, y patologías ya existentes han empeorado drásticamente. Dévora Kestel, directora del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS, afirma: "Casi mil millones de personas sufrían un trastorno mental diagnosticable antes de 2020 [...] Con la pandemia, se estima que la depresión y la ansiedad han aumentado entre un 25 y un 27%. El tratamiento y la atención siguen siendo escasos, inadecuados, inaccesibles o demasiado caros, y el estigma generalizado disuade a las personas de buscar ayuda. Se calcula que una de cada cuatro personas en el mundo padece un trastorno psicológico, con déficits de tratamiento que alcanzan el 90% en algunos países. Para empeorar las cosas, el estigma y la incomprensión impiden que los afectados identifiquen sus propios trastornos psicológicos y los de los demás y busquen ayuda" . 1 La gente se enfrentó de repente a enfermedades mucho peores que el propio Covid: trastornos alimentarios, ansiedad, depresión y psicosis, adicciones al alcohol, al tabaco, a las drogas, a los aparatos electrónicos y a la pornografía, fobias y paranoias... Así, para muchas personas y sus familias comenzó pronto un doloroso viaje, un viacrucis a menudo sin resultados, entre centros psiquiátricos, visitas con psicólogos más o menos preparados, psiquiatras, coaches mentales, sesiones de yoga, cursos de meditación y mucho más, en la búsqueda desesperada de recuperar la serenidad, la alegría de vivir y las fuerzas para afrontar un nuevo día.

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