PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM 10 Y llegados a este punto la pregunta que surge es... ¿son todas las religiones iguales para vivir mejor y más? ¿Es lo mismo creer en Buda, Mahoma, Visnú o Yavé? Rotundamente no. Sin entrar en el complejo discurso de las verdades históricas de las diversas religiones, los milagros y vidas de santos católicos, las manifestaciones demoníacas, las posesiones y liberaciones del mal a través de exorcismos, las imágenes aceropitas como la Sábana Santa y la Tilma de Guadalupe, sin considerar tantos otros argumentos que dan extrema racionalidad (incluso racionalidad científica) a nuestra fe católica, podemos limitarnos a dos consideraciones muy sencillas. PUNTO 1: Nuestro Señor Jesucristo es el único Dios que dio su vida por cada uno de nosotros, muriendo crucificado en atroces sufrimientos. Por tanto, es el único que tiene credibilidad, el único que no se quedó en la "nube", sino que se hizo carne para mostrarnos la verdad a nosotros, comunes mortales. PUNTO 2: El catolicismo es la única religión que da un sentido positivo a la experiencia del dolor. Es la cruz la que nos abre las puertas del Cielo. Para el hinduismo, el dolor forma parte de una "retribución", un karma que hay que pagar, una purificación para alcanzar el Nirvana. Para los budistas, es inevitable e ineludible, el resultado de un apego al mundo terrenal que impide alcanzar la plena "iluminación de la conciencia". Para los musulmanes y los judíos, el dolor es una forma de crecimiento espiritual, a veces un castigo divino, pero a diferencia de los católicos no tiene ningún valor redentor. Para la fe católica, en cambio, el dolor (físico) y el sufrimiento (espiritual) son formas de coparticipación activa en el plan salvífico de Dios. "Por eso me alegro de los sufrimientos que soporto por vosotros y completo en mi carne lo que falta a las aflicciones de Cristo", se lee en la carta de Pablo a los Colosenses. En esencia, "cambiando la forma de ver las cosas, las cosas cambian de forma", como decía el famoso escritor norteamericano Wayne Dyer. Siguiendo esta línea de lógica, los psicólogos católicos podemos llevar a nuestros pacientes a cambiar la forma de ver el dolor, el sufrimiento y las inevitables dificultades de la vida, dándole a todo ello un sentido superior de trascendencia y compartiendo el sufrimiento de la cruz de Jesús. La psicoterapia convencional, por el contrario, muestra una tendencia general a victimizar al paciente, a menudo justificada por traumas pasados o por una relación conflictiva con los padres, y orientada únicamente hacia la autorrealización personal y el rechazo total del sufrimiento, lo que es contrario a lo que proponía Jesucristo en el evangelio de Mateo 16: 24-25: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, la encontrará". En conclusión, son muchas las ventajas de integrar la fe en la psicoterapia. Una última que conviene mencionar, no tanto para el terapeuta como para el paciente, es la económica. No porque los psicólogos con este enfoque sean menos profesionales y deban costar menos que otros, por supuesto que no... pero un profesional de la salud mental que se llame católico, y trabaje no sólo por el mero beneficio sino también por la 'salus animarum', tiene el deber moral de ayudar, en la medida de lo posible por supuesto, a las personas con dificultades económicas, por ejemplo rebajando o reduciendo sus honorarios. Dios nos pedirá cuentas de nuestros actos como "médicos del alma"... Además, la psicoterapia católica tiene un enfoque "breve", porque la activación de los recursos internos para el cambio, con la ayuda de la fe, se produce sin duda más rápidamente, y también en soledad.
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