Fides et Salus Mentis

PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM CURSO DE FORMACIÓN SUPERIOR en PSICOLOGÍA INTEGRAL DE LA PERSONA (año 2024) TESINA FINAL Psic. Gabriela Osorio Villaseñor FIDES ET SALUS MENTIS Este texto ha sido publicado el 20 de abril de 2024 por la abajo firmante en su sitio web personal www.psicoterapiacatolica.com . El texto está protegido por la ley de derechos de autor y no puede ser copiado ni reproducido (ni siquiera parcialmente, en otros formatos o soportes), ni puede apropiarse de su autoría. Para ponerse en contacto con el autor: +393889270703 , gabrielaosorio@psicoterapiacatolica.com

PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM «Nada te turbe, nada te espante todo se pasa, Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza, quien a Dios tiene nada le falta ¡sólo Dios basta! Que tu deseo sea ver a Dios, tu temor, perderlo, tu pena, no poseerlo, tu alegría sea la que pueda llevarte a Él y vivirás en una gran paz». Santa Teresa de Ávila

PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM Índice La salud mental en “caída libre”................................................................................................................ 1 Fármacos y psicoterapia …….................................................................................................................... 3 ¿Cuál psicólogo? ¿Cuál psicoterapia? ……….......................................................................................... 4 Psicoterapia convencional: costo elevado, larga duración y ateísmo ………………............................... 5 La Psicoterapia Católica …………........................................................................................................... 7 Los beneficios de la Psicoterapia Católica …............................................................................................ 9 Nuestro gran enemigo ………….............................................................................................................. 11 Conclusiones ……................................................................................................................................... 13 Sitografia ……..…................................................................................................................................... 14 Este texto ha sido publicado el 20 de abril de 2024 por la abajo firmante en su sitio web personal www.psicoterapiacatolica.com . El texto está protegido por la ley de derechos de autor y no puede ser copiado ni reproducido (ni siquiera parcialmente, en otros formatos o soportes), ni puede apropiarse de su autoría. Para ponerse en contacto con el autor: +393889270703 , gabrielaosorio@yahoo.com , gabrielaosorio@psicoterapiacatolica.com

PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM 1 La salud mental "en caída libre La salud mental es uno de los temas más candentes del momento, cada vez más central en el debate público y objeto de creciente atención también por parte de los responsables políticos. Considerada en el pasado como un aspecto secundario y marginal (al menos en Europa), a menudo subestimado, fuente de grandes prejuicios y estigmas sociales, hoy se ha convertido en cambio en un punto central de los diversos programas sanitarios mundiales. La razón es fácil de explicar: las dificultades psicológicas y los trastornos psiquiátricos se han disparado literalmente. Y las causas de ello son bien conocidas: en los últimos años, la población mundial se ha visto continuamente expuesta a crisis económicas e inestabilidad social y política, guerras y amenazas de futuras guerras, pandemias y catástrofes naturales, por no hablar de la emergencia climática que ya ha monopolizado todos los noticieros... en definitiva, un constante "terrorismo psicológico" por parte de los medios masivos de comunicación, que se acompaña de una progresiva e inexorable pérdida de valores en una sociedad en la que ahora dominan la desilusión, el nihilismo, el hedonismo y el individualismo. La globalización y las migraciones masivas provocadas por las guerras y la pobreza generalizada también han desarraigado a muchas personas de su entorno natural, alejándolas de su familia y su cultura. Muchos abandonan así la vida real, anestesiándose y refugiándose en el engañoso mundo de lo virtual, un problema que afecta, como es bien sabido, sobre todo a las generaciones más jóvenes. La aparición de las redes sociales en 1997 y el uso incontrolado de los dispositivos electrónicos han provocado un aumento drástico de las patologías mentales, como la ansiedad, la depresión, los trastornos alimentarios, las dificultades de concentración, el abandono escolar y deportivo, etc. La tasa de suicidios en jóvenes, que ha sido más o menos constante a lo largo de la historia, ha aumentado exponencialmente en la era digital, como se puede ver claramente en el documental de Netflix "The Social Dilemma". Los psicólogos nos enfrentamos cada vez más a nuevos problemas relacionados con la "nomofobia", la adicción a las redes sociales y el aislamiento social como el hikikomori. En concreto, el acontecimiento desencadenante que devastó la ya de por sí tambaleante psique de la humanidad en su conjunto fue la emergencia sanitaria de 2020, un suceso absolutamente traumático y profundamente divisorio a escala mundial, a consecuencia del cual se produjo un preocupante aumento de las enfermedades mentales en personas de todas las edades, desde niños de unos 4 años hasta ancianos de más de 80. Especialmente afectados han sido los adolescentes, que han pagado el precio más alto a pesar de constituir paradójicamente la categoría menos (o más bien nada) sujeta al riesgo de enfermedad: se les ha impuesto el aislamiento, el confinamiento y la educación a distancia, se les ha privado del deporte y de las relaciones sociales, en un clima de odio y "caza de brujas" que también les ha hecho sentirse responsables de la vida y la muerte de sus abuelos. Y así han pasado meses, sumidos en una depresión de la que muchos nunca se recuperaron, encerrados entre cuatro paredes frente a una pantalla de una computadora o una pequeña pantalla de una tableta. Ningún acontecimiento, por grave que haya sido en la historia de la humanidad, ninguna guerra, hambruna o catástrofe natural, ha partido en dos la sociedad, la comunidad, el Estado e incluso la propia familia como el Covid, porque la propaganda ha impuesto una polarización radical del pensamiento apelando a los miedos más íntimos del individuo.

PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM 2 La tortura psicológica a la que nos han sometido las 24 horas del día durante tres años los periódicos y la televisión ha desencadenado un pánico colectivo y fenómenos masivos de disonancia cognitiva total. Las restricciones impuestas al movimiento y a la socialización, a los deportes al aire libre y a la libertad (ambos fundamentales para la salud psíquica), el horrible (e inútil) encierro, el chantaje aún más horrible, inútil e inconstitucional de la vacunación para poder vivir y trabajar, la anulación de la libertad de pensamiento y la imposición de un pensamiento único al que conformarse, así como la explosión ya innegable de efectos adversos de las vacunas incluso graves, como cardiopatías, enfermedades neurológicas y oncológicas, no han hecho más que empeorar considerablemente una situación ya preocupante. Trastornos que estaban latentes han estallado, y patologías ya existentes han empeorado drásticamente. Dévora Kestel, directora del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS, afirma: "Casi mil millones de personas sufrían un trastorno mental diagnosticable antes de 2020 [...] Con la pandemia, se estima que la depresión y la ansiedad han aumentado entre un 25 y un 27%. El tratamiento y la atención siguen siendo escasos, inadecuados, inaccesibles o demasiado caros, y el estigma generalizado disuade a las personas de buscar ayuda. Se calcula que una de cada cuatro personas en el mundo padece un trastorno psicológico, con déficits de tratamiento que alcanzan el 90% en algunos países. Para empeorar las cosas, el estigma y la incomprensión impiden que los afectados identifiquen sus propios trastornos psicológicos y los de los demás y busquen ayuda" . 1 La gente se enfrentó de repente a enfermedades mucho peores que el propio Covid: trastornos alimentarios, ansiedad, depresión y psicosis, adicciones al alcohol, al tabaco, a las drogas, a los aparatos electrónicos y a la pornografía, fobias y paranoias... Así, para muchas personas y sus familias comenzó pronto un doloroso viaje, un viacrucis a menudo sin resultados, entre centros psiquiátricos, visitas con psicólogos más o menos preparados, psiquiatras, coaches mentales, sesiones de yoga, cursos de meditación y mucho más, en la búsqueda desesperada de recuperar la serenidad, la alegría de vivir y las fuerzas para afrontar un nuevo día.

PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM 3 Fármacos y psicoterapia Esta "pandemia mental" ha provocado inevitablemente en todos los países occidentales un aumento del uso de psicofármacos como ansiolíticos, antidepresivos, sedantes y antipsicóticos, uso que la mayoría de las veces degenera en abuso2 . En Italia, por ejemplo, las dos regiones centrales, Las Marcas y Umbría, registraron un aumento del consumo de ansiolíticos del 68% y el 73%, respectivamente 3. Pero en realidad, no hacen falta estudios científicos "peer reviewed" para atestiguar lo que es evidente y está a la vista de todos. Cualquier farmacéutico puede, por ejemplo, confirmar que desde 2020 los productos más vendidos son precisamente los psicofármacos, y nunca antes se habían recetado con tanta facilidad. Sabemos muy bien que la psiquiatría, y en general toda la medicina oficial, al tener una visión mecanicista del cuerpo humano, tiene una tendencia general a rechazar las terapias naturales, holísticas y espirituales, también y sobre todo por una investigación científica cada vez menos creíble al estar totalmente en manos de las multinacionales Big Pharma, por tanto ya no independiente sino en un enorme conflicto de intereses, que impone a los médicos un enfoque "ideológico" muy fármaco-dependiente. Así, se ha consolidado la idea de que es posible curar el sufrimiento con una simple pastilla: estos fármacos también se recetan a los niños, a pesar de que no existen estudios que demuestren su eficacia y, lo que es peor, los efectos a largo plazo sobre su desarrollo cognitivo. El caso más emblemático se refiere probablemente a los trastornos alimentarios, que han aumentado exponencialmente desde el Covid, con un descenso espectacular de la edad media de inicio de los síntomas: por experiencia personal, no es raro ver a niñas con anorexia nerviosa de tan sólo 9-11 años en el hospital con sondas nasogástricas para alimentación forzada. Estos niños, que ni siquiera son adolescentes, son tratados con benzodiacepinas, antipsicóticos y antidepresivos durante meses y a veces años, sin que ningún estudio científico tenga un mínimo de credibilidad para demostrar la validez a largo plazo de un enfoque tan peligroso: estos fármacos se prescriben simplemente porque, ante situaciones objetivamente verdaderamente complejas y dramáticas, no se sabe qué otra cosa hacer. La farmacoterapia (que, recordemos, trata el síntoma y casi nunca va a la causa del problema), debe seguir siempre la lógica de la "dosis mínima eficaz" durante el menor tiempo posible, ayudar en la fase álgida de la enfermedad (donde en muchos casos los fármacos son útiles y a menudo imprescindibles) y ser meticulosamente controlada con el objetivo de conseguir la eliminación total del fármaco en el menor tiempo posible una vez estabilizado el cuadro psicopatológico. La toma de psicofármacos debería ir siempre acompañada de un proceso terapéutico con especialistas psicológicos: el problema es que los fármacos casi siempre interfieren fuertemente en la terapia, ya que el paciente ve ralentizadas sus funciones cerebrales y a menudo es incapaz del razonamiento más trivial. Esta simple consideración debería llevar a los psiquiatras a prescribir fármacos sólo en casos verdaderamente indispensables, remitiendo siempre a los pacientes menos graves a un "buen psicólogo".

PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM 4 ¿Cuál psicólogo? ¿Cuál psicoterapia? Sí... pero ¿cuál psicólogo? Y sobre todo, ¿cuál psicoterapia adoptar para obtener buenos resultados en un tiempo razonable? Al igual que existen distintas ramas de la medicina, en psicología hay distintas corrientes de pensamiento, cada una de las cuales puede ser más o menos adecuada para tratar un problema determinado. 4La Asociación Americana de Psicología destaca cinco enfoques terapéuticos más relevantes: el psicoanálisis freudiano clásico, del que procede la teoría psicodinámica, la terapia conductual, la terapia cognitiva, la terapia humanista y, por último, la terapia integradora (también llamada holística porque implica diferentes metodologías, con un tratamiento adaptado a las necesidades de cada cliente) . Sin embargo, es bien sabido que la inmensa mayoría de los pacientes, y a veces incluso los propios médicos, desconocen los distintos enfoques terapéuticos que se ofrecen; la gente suele acudir a un psicólogo (licenciado en psicología) o a un psicoterapeuta (licenciado en medicina o psicología con estudios de especialización posteriores) sin saber la diferencia entre unos y otros, la mayoría de las veces aconsejados por un amigo que se ha "encontrado bien" con un determinado profesional y no con otro. Por otro lado, el mero hecho de hablar de los problemas de uno ya será una forma de alivio. Sin embargo, apenas conocen la formación y el enfoque metodológico del terapeuta; a veces, los profesionales a los que se dirigen ni siquiera tienen formación universitaria, como es el caso de los coach mentales, los consteladores familiares, los especialistas en reiki, yoga, PNL, etc., prácticas todas ellas, conviene precisarlo, no recomendadas por la Iglesia católica por derivar de la filosofía de la Nueva Era.

PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM 5 Psicoterapia convencional: coste elevado, larga duración y ateísmo Más allá de las diferencias y especificidades, de las indicaciones más o menos válidas para casos individuales, todos estos enfoques tienen en común tres características negativas: coste elevado, larga duración y ateísmo. De hecho, mientras que las personas tienen un acceso más o menos gratuito (en Europa) a la atención médica a través de los distintos sistemas sanitarios nacionales (aunque las perversas tendencias neoliberales tienden a conformar el modelo europeo al norteamericano), la atención a la salud mental es la mayoría de las veces, privada y muy cara, y por lo tanto accesible a pocos, con el resultado de que a menudo el malestar, más fuerte en las capas populares debido al difícil contexto socioeconómico, está peor atendido allí donde debería estar más extendido. Hay famosos psicólogos italianos que cobran 180 euros por ni siquiera media hora de consulta. Evidentemente, el precio depende de la experiencia, los conocimientos, los muchos años de estudio, así como de la gran demanda de los servicios del profesional (una gran demanda y una oferta limitada generan inevitablemente precios elevados), pero esto no quita que una terapia de este tipo sólo sea accesible para unos pocos afortunados. Por tanto, la vocación de ayudar a las personas podría verse fácilmente eclipsada por intereses puramente económicos. Por lo general, la activación de los propios recursos internos para el cambio, la eliminación o la aceptación del trauma con el fin de lograr la estabilidad emocional, lleva mucho tiempo con las técnicas convencionales: el coste global de la terapia a largo plazo (coste de una sola sesión multiplicado por el número de sesiones) aumenta así de forma desproporcionada. A menudo oigo a pacientes quejarse de que han sido tratados por el psicólogo durante años con escasos resultados. Por el contrario, la psicoterapia debería ser breve y esencial: si el profesional no consigue surtir efecto en un número razonablemente limitado de sesiones, habría que cambiarlo porque probablemente no ha encontrado (y nunca encontrará) la clave correcta del problema. En cuanto al ateísmo, prácticamente se da por hecho que es improbable que un paciente se relacione con un psicólogo que proponga la fe católica, raíz de nuestra cultura occidental, como uno de los pilares de su enfoque terapéutico, y trabaje no sólo el origen del trauma, el autodescubrimiento, el autopotencial y la búsqueda del cambio (concepto clave en psicología), los patrones cognitivos y conductuales, sino también la parte espiritual, trascendente y eterna de la persona. Este ateísmo tiene varias causas, en primer lugar la pretensión de cientificidad perfecta y absoluta de la psicología, que de hecho es cualquier cosa menos una ciencia "exacta" como lo son las matemáticas o la física, por ejemplo. Y aunque lo fuera, ciencia y fe no son necesariamente incompatibles, porque para muchos científicos es precisamente la primera la que conduce a la existencia de Dios. Wilhelm Wundt, universalmente conocido como el padre de la psicología, introdujo el método experimental en esta disciplina en la segunda mitad del siglo XIX, allanando el camino para una comprensión científica de los procesos mentales. Pero aunque el uso del método experimental dota a la disciplina de una metodología rigurosa de investigación, que la distingue de la llamada "psicología ingenua", nunca le da el derecho ni la presunción de llamarse ciencia exacta.

PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM 6 Y luego está él, el psicólogo más famoso del planeta que todo el mundo conoce, por muy profano que sea en la materia: se trata del padre del psicoanálisis Sigmund Freud, que era un ateo declarado, hasta el punto de que le dijo abiertamente a su colega Renè Laforgue que la religión, y la Iglesia católica en particular, era su mayor enemigo. La psicología se ha desarrollado a lo largo de los años sin reconocer nunca a los dos verdaderos padres de la disciplina: Aristóteles (siglo IV a.C.) y Santo Tomás de Aquino (siglo XIII d.C.). En la ciencia, en el mundo e incluso en la propia Iglesia, existe de hecho una tendencia general hacia un modernismo progresista que niega y rechaza cada vez más la tradición. Aristóteles, en su obra "Sobre el alma", se centra en su definición, analiza su naturaleza y describe su funcionamiento; la "psicofilosofía" de Aristóteles sería perfeccionada más tarde por la obra de Santo Tomás de Aquino, el primer verdadero autor de un manual de psicoterapia, la segunda parte de su "Suma Teológica", en la que afirma que el hombre es la unidad sustancial de alma y cuerpo, o "un espíritu encarnado" (como escribe el padre Ramón Lucas). En sus inicios, por tanto, la psicología comenzó siendo la "ciencia del alma". Por otra parte, etimológicamente los términos psicología y psicoterapia derivan del griego psyché (ψυχή) que significa espíritu, aliento, alma, y no 'mente física' o 'capacidad para determinadas funciones cerebrales' como a menudo se cree. Reapropiémonos pues de nuestros orígenes, sin renegar de la tradición: no sólo somos terapeutas y estudiosos de la mente, sino también.... redoble de tambores... ¡médicos del alma! Pero, por desgracia, casi todos los psicólogos actuales son ateos declarados, o si no lo son, no integran su fe en su práctica profesional, ya sea por miedo, por temor a una falta de profesionalidad, o porque en la sociedad postcristiana actual declararse católico casi se ha convertido en algo de lo que avergonzarse, especialmente entre los profesionales de la salud. Muchos psicólogos italianos creen incluso (erróneamente) que declararse creyente constituye una violación del código deontológico, que en su artículo 4 (Principio de respeto y laicidad) dice "[...] Reconocer las diferencias individuales, de género y culturales, promover la inclusividad, respetar las opiniones y creencias y abstenerse de imponer el propio sistema de valores". Pero "imponer el propio sistema de valores" significa cualquier cosa menos ocultar, o peor aún, negar el propio pensamiento religioso, o evitar proponer (verbo muy distinto de imponer...) con educación, cortesía, absoluto respeto y tolerancia a la diversidad de pensamiento, una "lectura" católica de las diversas cuestiones que se plantean. "Tampoco 'imponer el propio sistema de valores' significa declararse ateo y negar el componente espiritual y trascendente del hombre, limitándose exclusivamente a planteamientos estándar o técnicas bien conocidas por la literatura.

PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM 7 Psicoterapia católica En mi experiencia personal y laboral me he encontrado con muchísimos profesionales de diferentes escuelas terapéuticas. En muchos de ellos era evidente la escasa vocación profesional y el interés puramente económico por las consultas; casi todos sostenían, además, que la fe no debía interferir lo más mínimo en su ejercicio profesional. Sin duda, Juan Pablo II no estaría de acuerdo... en su encíclica Fides et Ratio escribió: "La fe y la razón son como las dos alas con las que el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad". Yo, Gabriela Osorio, por mi parte, también a raíz de acontecimientos familiares bastante traumáticos que me han cambiado profundamente, sentí muy fuerte en mi interior la necesidad de unir mi profesión y mi pensamiento, integrando mi verdadera e innegociable fe católica a mis técnicas de psicoterapia. La aventura comenzó con el nacimiento de mi página web www.psicoterapiacatolica.com, descubriendo más tarde que hay muchos psicólogos y asociaciones en todo el mundo que siguen esta línea y ayudan a los pacientes con sus herramientas psicológicas "científicamente inexactas". En mi muy humilde opinión, el punto de partida de cualquier forma de terapia psicológica debería ser una frase de San Agustín que se encuentra en su obra magna "Las Confesiones": "Nos has hecho para ti, Señor, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti". El hombre posee un deseo intrínseco de bondad y felicidad, que nunca podrá satisfacer plenamente sin Dios. Los psicólogos católicos no podemos pensar en limitar nuestra intervención exclusivamente a las técnicas de exploración del inconsciente (Freud) y de los mecanismos de defensa (Anna Freud), al análisis del tipo de apego (Bowlby), a la modificación de los pensamientos para cambiar las emociones (Albert Ellis), a la búsqueda de estímulos para inducir o condicionar la conducta deseada (John Watson y otros conductistas), al análisis existencial (Viktor Frankl), o a diversas técnicas de resolución de problemas o de motivación. Tampoco podemos pensar que el objetivo principal y último de nuestro trabajo sea el mero beneficio personal (desde nuestro punto de vista), y sólo la autorrealización de la persona, el cumplimiento de sus metas y sueños como planteaba Abraham Maslow en su famosa pirámide de necesidades (desde el punto de vista del paciente). Por supuesto, eso también... ¡pero no sólo eso! Cualquier forma de terapia que busque el bienestar mental y la felicidad de los pacientes no puede estar en conflicto ni con el objetivo último del hombre, es decir, su Vida Eterna, ni con el Designio Divino que nuestro "Jefe" ha diseñado para nosotros. El psicólogo católico debe ayudar a las personas a descubrir no sólo " ¿quién soy?" o "¿quién quiero ser?", sino sobre todo "¿quién estoy llamado a ser?", una pregunta mucho más profunda y compleja que sólo puede responderse en el descubrimiento de la propia vocación, vista como una llamada divina. Esto no significa, por supuesto, que las sesiones terapéuticas deban convertirse en catequesis, pero sería una grave omisión no proponer a la gente (repito, proponer, no imponer como está escrito en el código deontológico) a Jesu Cristo y a la Virgen María como modelos perfectos de lo que en el psicoanálisis freudiano se conoce como el "ideal del yo".

PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM 8 Y en este punto surge una pregunta: más allá del propio pensamiento, ¿qué beneficios se obtienen integrando el catolicismo en la práctica psicoterapéutica? ¿Por qué hacerlo? ¿Cuáles son los beneficios tanto para el paciente como para el terapeuta? ¿Es posible un análisis coste-beneficio imparcial sobre este tema?

PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM 9 Los beneficios de la psicoterapia católica La fe es, sin duda, una gran aliada en la estabilidad emocional de las personas, que da sentido trascendente y amoroso a la existencia humana, integridad moral y rectitud, fortaleza ante las experiencias dolorosas de la vida y la esperanza de la alegría sin fin del paraíso. La nuestra es una sociedad postcristiana en la que nuevas formas de idolatría, como el poder, el placer, la belleza física y la apariencia, la posesión y el consumo, han sustituido totalmente a Dios y a los sacramentos. La tendencia al abandono de las prácticas religiosas es innegable... los resultados desastrosos, sin embargo, en términos de salud mental están a la vista de todos. Sin embargo, desde un punto de vista puramente utilitario, tener fe beneficia a todos. Hay varios estudios científicos que demuestran beneficios irrefutables en las personas que creen en Dios. Los que son religiosos llevan una vida más sana, libre de excesos y perversiones que conducen inevitablemente al pecado y la infelicidad; se abren al prójimo con amor, esperanza y optimismo, gratitud y compasión; tienden a rodearse de personas fuertes y relaciones sociales en un contexto más comunitario (por ejemplo, la parroquia); se comprometen en trabajos voluntarios que generan beneficios en cascada (sobre todo en quienes los ofrecen). Sobre todo, son más proclives al perdón, la práctica más sanadora y "revolucionaria" (aunque difícil) que existe. Los creyentes aman intensamente al hombre y a la creación, y saben que son inmensamente amados porque su Dios murió en la cruz por ellos. Se ha demostrado en PNEI (la ciencia de la Inmunología Psico-Neuro Endocrina) que las personas que creen firmemente en Dios tienen un sistema inmunológico más fuerte porque desarrollan la norepinefrina y las endorfinas, enferman menos, viven mejor y más tiempo: un riguroso estudio de la Universidad de Ohio publicado en Social Psychological and Personality Science5 demostró, por ejemplo, que los creyentes viven una media de 5-6 años más que los ateos. Incluso los pacientes terminales se benefician de la fe y de fuertes prácticas introspectivas, como bien ha demostrado también la Psicooncología del Dr. Simonton. El hombre no es una máquina, como sigue creyendo erróneamente la medicina oficial, sino un "espíritu encarnado", y es absurdo pensar que las emociones, la fe en Dios y las actitudes mentales (positivas o negativas) no influyan en el cuerpo físico, en la aparición y remisión de enfermedades; es absurdo pensar que los problemas psíquicos no repercutan inevitablemente en problemas físicos y viceversa. Los índices de suicidio, depresión y ansiedad disminuyen drásticamente entre los creyentes y, en cambio, están muy extendidos entre los ateos. Aunque experimentan intensamente las emociones (como la tristeza y el miedo), los creyentes no son esclavos de ellas. Un verdadero creyente casi nunca estará deprimido porque tiene una gran misión que cumplir que da a su vida (vista como la antesala del paraíso) un propósito más elevado y trascendente. También están en general más acostumbrados al sacrificio y al compromiso, atemperados por prácticas como el ayuno, el rezo del rosario, las novenas, la vida sacramental, las peregrinaciones extenuantes y las consagraciones (como la de San Luis María Grignion de Montfort a Jesús por María), que fortifican el cuerpo, el espíritu y la voluntad.

PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM 10 Y llegados a este punto la pregunta que surge es... ¿son todas las religiones iguales para vivir mejor y más? ¿Es lo mismo creer en Buda, Mahoma, Visnú o Yavé? Rotundamente no. Sin entrar en el complejo discurso de las verdades históricas de las diversas religiones, los milagros y vidas de santos católicos, las manifestaciones demoníacas, las posesiones y liberaciones del mal a través de exorcismos, las imágenes aceropitas como la Sábana Santa y la Tilma de Guadalupe, sin considerar tantos otros argumentos que dan extrema racionalidad (incluso racionalidad científica) a nuestra fe católica, podemos limitarnos a dos consideraciones muy sencillas. PUNTO 1: Nuestro Señor Jesucristo es el único Dios que dio su vida por cada uno de nosotros, muriendo crucificado en atroces sufrimientos. Por tanto, es el único que tiene credibilidad, el único que no se quedó en la "nube", sino que se hizo carne para mostrarnos la verdad a nosotros, comunes mortales. PUNTO 2: El catolicismo es la única religión que da un sentido positivo a la experiencia del dolor. Es la cruz la que nos abre las puertas del Cielo. Para el hinduismo, el dolor forma parte de una "retribución", un karma que hay que pagar, una purificación para alcanzar el Nirvana. Para los budistas, es inevitable e ineludible, el resultado de un apego al mundo terrenal que impide alcanzar la plena "iluminación de la conciencia". Para los musulmanes y los judíos, el dolor es una forma de crecimiento espiritual, a veces un castigo divino, pero a diferencia de los católicos no tiene ningún valor redentor. Para la fe católica, en cambio, el dolor (físico) y el sufrimiento (espiritual) son formas de coparticipación activa en el plan salvífico de Dios. "Por eso me alegro de los sufrimientos que soporto por vosotros y completo en mi carne lo que falta a las aflicciones de Cristo", se lee en la carta de Pablo a los Colosenses. En esencia, "cambiando la forma de ver las cosas, las cosas cambian de forma", como decía el famoso escritor norteamericano Wayne Dyer. Siguiendo esta línea de lógica, los psicólogos católicos podemos llevar a nuestros pacientes a cambiar la forma de ver el dolor, el sufrimiento y las inevitables dificultades de la vida, dándole a todo ello un sentido superior de trascendencia y compartiendo el sufrimiento de la cruz de Jesús. La psicoterapia convencional, por el contrario, muestra una tendencia general a victimizar al paciente, a menudo justificada por traumas pasados o por una relación conflictiva con los padres, y orientada únicamente hacia la autorrealización personal y el rechazo total del sufrimiento, lo que es contrario a lo que proponía Jesucristo en el evangelio de Mateo 16: 24-25: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero quien pierda su vida por mí, la encontrará". En conclusión, son muchas las ventajas de integrar la fe en la psicoterapia. Una última que conviene mencionar, no tanto para el terapeuta como para el paciente, es la económica. No porque los psicólogos con este enfoque sean menos profesionales y deban costar menos que otros, por supuesto que no... pero un profesional de la salud mental que se llame católico, y trabaje no sólo por el mero beneficio sino también por la 'salus animarum', tiene el deber moral de ayudar, en la medida de lo posible por supuesto, a las personas con dificultades económicas, por ejemplo rebajando o reduciendo sus honorarios. Dios nos pedirá cuentas de nuestros actos como "médicos del alma"... Además, la psicoterapia católica tiene un enfoque "breve", porque la activación de los recursos internos para el cambio, con la ayuda de la fe, se produce sin duda más rápidamente, y también en soledad.

PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM 11 Nuestro gran enemigo El pecado (un acto consciente y voluntario, que puede ser venial o mortal) es, sin duda, una fuente primaria y causa de considerable sufrimiento: pensemos, por ejemplo, en las familias que se rompen por impulsos sexuales incontrolados que conducen a la traición física entre marido y mujer en un matrimonio. El pecado puede tener consecuencias terribles, no sólo en el plano espiritual, porque daña no sólo nuestra relación con Dios, sino también con nosotros mismos, con los demás y con la sociedad. Nos hace esclavos y viciosos, desviando nuestro intelecto divino de la verdad e impidiéndonos alcanzar la libertad a través de la virtud. Perder la Gracia Santificante significa perder la relación con Dios y no recibir Su fuerza. Quien vive en estado de Gracia ya tiene muchos menos motivos para sufrir. Son tantos los instrumentos divinos que tenemos los católicos que nos ayudan a afrontar los retos difíciles de la vida y a mejorar nuestra estabilidad mental: en primer lugar, los 7 sacramentos (Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Reconciliación, Unción de Enfermos, Orden y Matrimonio), instituidos directamente por Cristo, instrumentos directos de gracia, curación y salvación. Tenemos, sin embargo, un gran enemigo que desea nuestra desesperación e infelicidad terrenas, así como la perdición de nuestras almas. él (con "é" deliberadamente minúscula aunque estemos al principio de una frase después de un punto y aparte...) no es una creación de cuento de hadas; es un ser espiritual dotado de una gran pero traicionera inteligencia. Negar su existencia no es ser inmune a sus ataques; de hecho, ésa es su mayor victoria. El demonio actúa de dos maneras. 1. De la manera ordinaria a través de las tentaciones y de nuestros pensamientos; no puede introducir pensamientos provocándolos internamente, porque el uso de la potencia intelectual está sometido y supeditado a la voluntad; el demonio nos incita a pensar y desear el mal a través de la excitación de las pasiones, hurgando en nuestro “Ello” freudiano más profundo para inducirnos a pecar. 2. De forma extraordinaria (siempre bajo permiso divino porque sigue siendo una mera "criatura" del Único Creador), manifestándose en posesiones, trastornos obsesivos compulsivos, psicosis, vejaciones e infestaciones. Muchas de las manifestaciones enumeradas (¡pero ni mucho menos todas!) pueden reducirse fácilmente a meros trastornos psíquicos, tratados farmacológicamente en casa o en hospitales psiquiátricos. Pero hay casos objetivamente inexplicables y bien documentados, con decenas y decenas de testigos incrédulos, atónitos, asustados, conmocionados. Tuve la oportunidad, durante la redacción de este texto, de hablar con un sacerdote exorcista, que me confió que siempre se pone en contacto con un psiquiatra ante una supuesta posesión demoníaca; lo contrario, sin embargo, nunca ha sucedido.

PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM 12 En todos sus años de experiencia, nunca hubo un solo médico que acudiera a él en busca de consejo o ayuda profesional. Podría haber resuelto muchos casos desesperados, casos que en cambio estaban condenados "de por vida" a un enfoque farmacológico, caro para el Estado e inútil a largo plazo para el paciente. En una sociedad cada día más atea, esta realidad maligna pasa ciertamente desapercibida. Sin caer en el fanatismo religioso, aterrorizarse ante el infierno y sucumbir a sentimientos de culpa y angustia, sin caer en el extremismo "medieval" de ver la acción de Satanás detrás de todo, no se puede, sin embargo, negar que el diablo actúa a través de nuestra mente, conduciéndonos hacia el mal, y que muchos casos psiquiátricos inexplicados por la medicina oficial tendrían más posibilidades de resolución mediante sesiones terapéuticas ante el Santísimo Sacramento que con varias pastillas de benzodiacepinas.

PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM 13 Conclusiones En conclusión, las personas que tienen una fe auténtica en Jesucristo no necesitan un psicólogo, o al menos lo necesitan mucho menos: encuentran ante el sagrario las respuestas a las crisis existenciales de la vida, y la fuerza interior para afrontar las mayores adversidades; tienen una 'forma mentis' diferente porque ante acontecimientos que la mayoría tacharía de 'negativos', ellos en cambio ven en ello un mensaje de amor y esperanza, una oportunidad de cambio, superación y sacrificio por el infinito amor de Dios. Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida. Y nosotros, psicólogos católicos, tenemos el deber de proponer (¡no imponer!) la solución más sencilla, directa y totalmente gratuita a los problemas de la existencia cotidiana. Nunca más casi 200 euros por una sesión a menudo inútil, sino una simple visita al Santísimo Sacramento, un diálogo "desorientador" con Él, una lágrima y una emoción infinita, con el corazón rebosante de paz y de amor ante el misterio más grande de la existencia humana.

PSIC. GABRIELA OSORIO VILLASEÑOR WWW.PSICOTERAPIACATOLICA.COM 14 Sitografía [1] El estado de la salud mental en el mundo tras la pandemia de COVID-19 y los avances de la Iniciativa Especial de la OMS para la Salud Mental (2019-2023) https://www.un.org/en/un-chronicle/state-mental-health-globally-wake-covid-19-pandemic-and-progress-whospecial-initiative [2] Efecto de la pandemia de COVID-19 en el consumo de drogas psicotrópicas https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC9797694/ [3] https://www.aifa.gov.it/-/monitoraggio-sull-uso-dei-farmaci-durante-l-epidemia-covid-19-rilascio-analisiper-regione-e-aggiornamento-comprensivo-dei-primi-due-mesi-del-2021-# [4] Diferentes enfoques de la psicoterapia https://www.apa.org/topics/psychotherapy/approaches [5] ¿Sirve la religión para evitar la muerte? Afiliación religiosa en la esquela y longevidad https://journals.sagepub.com/doi/full/10.1177/1948550618779820?inline-read-more=

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